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Bajo consumo de leche podría reducir hasta en 10 puntos coeficiente intelectual de niños

Chile Salud

El bajo consumo de productos lácteos por parte de las embarazadas en Chile, está siendo inferior al que recomiendan las orientaciones de la OMS, puede estar teniendo un negativo efecto en el desarrollo cognitivo y el coeficiente intelectual de los hijos. Estudios muestran que dicho déficit de leche reduce hasta en 10 puntos coeficiente intelectual de niños.

Indicó que es un factor que ha sido reconocido por estudios realizados en diversos países, al que, a su juicio, no se ha dado la atención que corresponde; Afirmó el doctor en Nutrición y Alimentación, Samuel Durán, director del Magíster en Salud Pública de la Universidad San Sebastián y miembro del Comité Científico del Programa Gracias a la Leche del Consorcio Lechero, quien manifestó que este antecedente responde al papel que juega preponderadamente el yodo contenido en la leche.

Investigaciones realizadas en Reino Unido, Países Bajos, España y Australia encontraron una asociación significativa entre el bajo nivel de yodo materno en el embarazo y un peor rendimiento cognitivo y desarrollo neurológico en los niños.

Mientras que la revisión sistemática y un metanálisis detectaron que el bajo nivel de yodo materno se asoció con 6,9 a 10,2 puntos de coeficiente intelectual más bajo en niños menores de 5 años.
El yodo es un elemento químico descubierto en 1811 por el científico francés Bernard Courtois. Sin embargo, quien le dio nombre fue su colega y compatriota Gay-Lussac.

Lo llamó originalmente “iodés”, que en griego significa “violeta”, debido al color de los vapores que despide al calentarse. Es un nutriente indispensable para el ser humano, porque permite que la glándula tiroides produzca las hormonas tiroxina y tryodotironina, necesarias para diversas funciones del organismo, esenciales para el crecimiento y el desarrollo del cerebro, entre otros tejidos. Su deficiencia puede llevar a trastornos como el hipotiroidismo, el bocio y en casos graves cretinismo.

Los lácteos son una de las principales fuentes desde las cuales el ser humano obtiene el yodo para su organismo. Al igual que la sal que es sometida a un proceso para agregarle este componente, tras lo cual pasa a convertirse en sal yodada. La forma en que más se consume este producto en Occidente en la actualidad.

La sal que no ha sido enriquecida de esta manera, carece de yodo, y por lo tanto de las propiedades que otorga este componente. El doctor Durán advierte que en los últimos años se ha producido una tendencia al consumo de sal artesanal que no contiene yodo, lo que ha disminuido la ingesta de este mineral. Subraya que ello eleva la importancia de su absorción alternativa a través de lácteos.

La necesidad de yodo se duplica en las embarazadas y casi se triplica en lactancia. “Porque, explica, por un lado, aumentan las necesidades de hormonas tiroideas de la madre, y por otro, el feto necesita sintetizar sus propias hormonas tiroideas. Y el yodo es la única fuente. Por lo tanto, el yodo que la madre absorbe se tiene que repartir entre lo que ella necesita y lo que necesita el feto”. Para cumplir su función, la leche materna debe tener una concentración mayor de 100 microgramos de yodo por litro, con una media de 152 microgramos para subvenir las necesidades diarias de yodo del lactante, estimadas en 15 microgramos por kilo.

Chile y su déficit en el consumo de leche Durán comenta que 400 ml de leche al día, equivalente a aproximadamente dos tazas, constituyen la cantidad recomendable para recibir la dosis de yodo apropiada. Lo atribuye a que “la biodisponibilidad de yodo de los lácteos es muy buena. En algunos documentos se asegura que incluso es superior a la sal yodada. Porque la absorción de la leche es mejor”.

De acuerdo a los antecedentes disponibles, teme que las embarazadas en Chile no estén consumiendo las porciones necesarias. No hay un estudio sobre el tema y recién se está realizando uno por parte de la Universidad de Chile y la Universidad de Los lagos.

La referencia más próxima procede de la Encuesta Nacional de Alimentación, que no consideraba de manera separada a las embarazadas. Sus datos corresponden a población adulta general.

Como parte de este universo, las embarazadas estarían ingiriendo una y media porción, en lugar de las que se aconsejan.

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