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Control de calidad en América Latina, lecciones de Profeco y el rol ejemplar de Chile en seguridad alimentaria

Chile Asuntos Regulatorios

La leche en polvo es un producto básico en la dieta de muchas familias latinoamericanas por su practicidad, valor nutricional y larga vida útil. Sin embargo, no todas las marcas disponibles en el mercado cumplen con los estándares de calidad necesarios para garantizar una nutrición adecuada y segura.

Recientemente, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) de México dio a conocer los resultados de un estudio sobre marcas de leche en polvo que no cumplen con la normativa establecida, poniendo en evidencia la necesidad de una vigilancia constante sobre los productos que consumimos.

El estudio de Profeco evaluó diversos aspectos fundamentales como el contenido de proteína, calidad sanitaria, tipo de grasa utilizada, etiquetado y precio por cada 100 gramos. Con base en la Norma Oficial Mexicana NOM-183-SCFI-2012, se determinó que algunas marcas no deberían clasificarse como leche por su bajo aporte proteico o por el uso de grasas vegetales en lugar de grasa láctea.

Entre las marcas que no cumplen con los estándares figuran:

  • Nestlé Nutri Rindes: contiene menos del 15% de proteína, por lo que no se clasifica como leche.
  • Carnation Clavel: tampoco supera ese umbral proteico y se presenta erróneamente como bebida láctea.
  • Golden Hills: incluye grasa vegetal, y no alcanza el nivel mínimo de proteína ni caseína.
  • Frania: incumple con los parámetros de proteína y etiquetado incompleto.
  • Aurrera: declara vitaminas y hierro que no se encuentran realmente en el producto.

Este tipo de hallazgos revela un problema generalizado en varios mercados: la falta de controles consistentes y eficaces sobre los productos alimenticios. Sin embargo, en este escenario, Chile se ha consolidado como el país de América Latina con uno de los sistemas más sólidos de control de calidad en alimentos, y ofrece un modelo digno de replicar en la región.

A través de organismos como el Instituto de Salud Pública (ISP), el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria (ACHIPIA), el país ha establecido rigurosos controles para proteger a los consumidores. Chile exige el cumplimiento de normas claras en cuanto a composición nutricional, trazabilidad, etiquetado y seguridad alimentaria, además de mantener una estricta vigilancia sobre los productos importados.

Este compromiso ha permitido que Chile se posicione como uno de los exportadores de alimentos más confiables del mundo. De hecho, su normativa no solo exige transparencia en el etiquetado, sino que también promueve el retiro inmediato de productos que no cumplen con los requisitos legales. A diferencia de otros países donde la fiscalización es más reactiva, Chile ha apostado por un enfoque preventivo que incluye la educación al consumidor, inspecciones aleatorias y laboratorios certificados.

El caso del estudio de Profeco subraya la importancia de contar con sistemas regulatorios sólidos y actualizados, como el chileno, que protejan efectivamente al consumidor. También recuerda que la responsabilidad no recae únicamente en los organismos de control, sino que los consumidores deben mantenerse informados y atentos al momento de elegir qué productos llevar a sus mesas.

Verificar el contenido de proteínas, los ingredientes, la fecha de caducidad y la veracidad del etiquetado son prácticas simples pero poderosas. A medida que la población exige mayor transparencia, las empresas se ven forzadas a elevar sus estándares. En ese camino, Chile demuestra que es posible construir un entorno alimentario más seguro, justo y confiable para todos los ciudadanos.

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